El Ejército ruso lanzó durante la noche un ataque masivo con 90 drones y dos misiles balísticos contra territorio ucraniano, en una ofensiva que incluyó tanto aparatos de combate Shahed como réplicas sin carga explosiva utilizadas para saturar y confundir las defensas aéreas de Ucrania.
Según informó este viernes la Fuerza Aérea ucraniana, al menos 56 de los drones Shahed fueron interceptados sobre diversas regiones del este, norte y sur del país. Sin embargo, los dos misiles —que podrían corresponder a los modelos Iskander-M rusos o a su equivalente norcoreano KN-23— no pudieron ser derribados. La institución confirmó impactos en 12 zonas diferentes, sin revelar las ubicaciones exactas ni los tipos de infraestructuras alcanzadas.
Alemania impulsa las capacidades ofensivas de Ucrania
En paralelo al aumento de los ataques rusos, el gobierno alemán ha reafirmado su compromiso de financiar el desarrollo de capacidades de ataque de largo alcance para Ucrania, lo que podría amplificar significativamente la eficacia de los bombardeos ucranianos contra objetivos militares estratégicos en suelo ruso.
El Ministerio de Defensa alemán anticipó que los primeros resultados de esta cooperación se verán “en cuestión de semanas”. Expertos militares ucranianos recibieron con optimismo el anuncio. Según Ivan Kirichevski, analista de Defense Express, si Ucrania logra producir misiles con un alcance de hasta 2.500 kilómetros, el efecto sería muy superior al de los misiles Taurus, cuyo alcance máximo es de 500 kilómetros.
“Un mayor respaldo de los aliados incrementará el impacto de los ataques ucranianos sobre la infraestructura militar rusa”, sostuvo Oleksí Melnik, experto en seguridad internacional del Centro Razumkov de Kiev, en declaraciones a la agencia EFE. Aclaró, sin embargo, que estos ataques no representan una solución definitiva, pero sí son “una pieza clave en la estrategia ucraniana para presionar a Moscú y obligarla a revaluar sus objetivos de guerra”.
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Infraestructura militar rusa, bajo fuego constante
Ucrania ha adoptado una estrategia centrada en golpear fábricas clave de la industria militar rusa, que producen componentes esenciales para misiles, bombas guiadas y drones. Ejemplo de ello fue el reciente ataque con drones a la planta Energía en la región de Lipetsk, única fábrica rusa de baterías para ciertos tipos de armamento aéreo.
Esta semana, drones ucranianos también alcanzaron instalaciones de producción de drones en las cercanías de Moscú, y han logrado impactar objetivos a más de 1.800 kilómetros, como la base aérea de Olenia.
Analistas como Oleksandr Kovalenko, del Grupo de Resistencia Informativa, afirman que la capacidad de Rusia para proteger sus instalaciones estratégicas está disminuyendo, tanto por los ataques directos a sus sistemas de defensa aérea como por la dificultad de reponerlos.
Además, consideran poco viable que Moscú pueda reubicar su infraestructura militar lejos del alcance ucraniano, dadas las limitaciones logísticas, económicas y de tiempo.
Infobae